miércoles, septiembre 12, 2012 |
Décimas de nuestro amor / Xavier Villaurrutia |
I A mí mismo me prohibo revelar nuestro secreto decir tu nombre completo o escribirlo cuando escribo. Prisionero de ti, vivo buscándote en la sombría caverna de mi agonía. Y cuando a solas te invoco, en la oscura piedra toco tu impasible compañía.
II Si nuestro amor está hecho de silencios prolongados que nuestros labios cerrados maduran dentro del pecho; y si el corazón deshecho sangra como la granada en su sombra congelada, ¿por qué dolorosa y mustia, no rompemos esta angustia para salir de la nada?
III Por el temor de quererme tanto como yo te quiero, has preferido, primero, para salvarte, perderme. Pero está mudo e inerme tu corazón, de tal suerte que si no me dejas verte es por no ver en la mía la imagen de tu agonía: porque mi muerte es tu muerte.
IV Te alejas de mí pensando que me hiere tu presencia, y no sabes que tu ausencia es más dolorosa cuando la soledad se va ahondando, y en el silencio sombrío, sin quererlo, a pesar mío, oigo tu voz en el eco y hallo tu forma en el hueco que has dejado en el vacío.
V ¿Por qué dejas entrever una remota esperanza, si el deseo no te alcanza, si nada volverá a ser? Y si no habrá amanecer en mi noche interminable ¿de qué sirve que yo hable en el desierto, y que pida para reanimar mi vida, remedio a lo irremediable?
VI Esta incertidumbre oscura que sube en mi cuerpo y que deja en mi boca no sé que desolada amargura; este sabor que perdura y, como el recuerdo, insiste, y, como tu olor, persiste con su penetrante esencia, es la sola y cruel presencia tuya, desde que partiste.
VII
Apenas has vuelto, y ya en todo mi ser avanza, verde y turbia, la esperanza para decirme: "¡Aquí está!" Pero su voz se oirá rodar sin eco en la oscura soledad de mi clausura y yo seguiré pensando que no hay esperanza cuando la esperanza es la tortura.
VIII Ayer te soñé. Temblando los dos en el goce impuro y estéril de un sueño oscuro. Y sobre tu cuerpo blando mis labios iban dejando huellas, señales, heridas... Y tus palabras transidas y las mías delirantes de aquellos breves instantes prolongaban nuestras vidas.
IX Si nada espero, pues nada tembló en ti cuando me viste y ante mis ojos pusiste la verdad más desolada; si no brilló en tu mirada Un destello de emoción, la sola oscura razón, la fuerza que a ti me lanza, perdida toda esperanza, es...¡la desesperación!
X Mi amor por ti ¡no murió! Sigue viviendo en la fría, ignorada galería que en mi corazón cavó. Por ella desciendo y no encontraré la salida, pues será toda mi vida esta angustia de buscarte a ciegas, con la escondida certidumbre de no hallarte.
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posted by Pasajera @ 3:06 p.m. |
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Yo |
Nick: Pasajera
Vivo en: Tapachula, Chiapas, Mexico
Pienso: Tengo una soledad tan concurrida, que puedo organizarla como una procesión por colores, tamaños y promesas
por época, por tacto y por sabor
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Me tiembla el cerebro, me tiembla la razon, y tu me tranquilizas. |
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